jueves, 19 de febrero de 2009

LAS PINTURAS Y GRABADOS RUPESTRES PREHISTÓRICOS DEL LITORAL DEL MAR DE CORTÉS ( MÉXICO ) III

PETROGRABADOS DE SINALOA: EL CERRO DE LA MÁSCARA
El estado de Sinaloa abarca unos 58,092 kilómetros cuadrados, constituyendo 2.9 por ciento del territorio mexicano. Se ubica en el extremo noroeste del país, colindando al norte con el estado de Sonora, al este con Chihuahua y Durango, al sur con Nayarit y al oeste con el Océano Pacífico y Golfo de California. Fisiográficamente es una larga y angosta planicie costera que rápidamente se eleva para formar la sierra Madre Occidental. Una de las características principales de su paisaje son los 11 caudalosos ríos que nacen en la Sierra Madre, bañan la planicie costera y desembocan en el mar; disectando horizontalmente todo el territorio Sinaloense.
Arqueológicamente, el estado de Sinaloa es una de las regiones menos estudiadas y como consecuencia una de las menos comprendidas de México. Esta falta de investigación ha provocado que los estudios de gráfica rupestre puedan contarse con una mano, pues la mayoría han sido realizados por aficionados al tema. El primer estudio lo realizó el investigador irlandés O. H. Howarth en 1894 quien publica el libro On the Rock Inscriptions of Sinaloa (West Coast of México). Su estudio se enfocó en la descripción del sitio de petrograbados Las Labradas, ubicado en el sur de Sinaloa, cerca del puerto de Mazatlán. Sin embargo, durante la primera mitad del siglo XX, las investigaciones arqueológicas en Sinaloa fueron sumamente escasas y ninguna enfocada en sitios con petrograbados. En 1976 el ingeniero Gonzalo Ortiz de Zarate publica el libro Petroglifos de Sinaloa, el cual representa hasta la actualidad, uno de los esfuerzos mejor logrados en el campo de la gráfica rupestre. Su estudio se concentró en 31 sitios ubicados por todo el territorio sinaloense, clasificándolos de acuerdo a sus atributos estilísticos y sus técnicas de grabado, la contribución más importante de Ortiz son sus excelentes fotografías y dibujos. Este trabajo dejó de manifiesto la importancia del estudio de los sitios con petrograbados como herramienta para conocer el desarrollo social de las culturas prehispánicas de Sinaloa, a partir de entonces algunos investigadores comenzaron a estudiarlos. Actualmente, en el estado de Sinaloa, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene registrados poco más de cien sitios con gráfica rupestre, aunque resulta factible que por lo menos existan otros cien que no han sido registrados. Aquí presentamos algunos resultados de nuestras investigaciones reciente del sitio Cerro de la Máscara, uno de los sitios de petrograbados más importantes de Sinaloa.
Antes de la entrada de los españoles al valle del río Fuerte en 1532, los grupos indígenas Cahitas estaban conformados en sociedades agricultoras con un sistema social basado principalmente en las relaciones al interior del grupo, todo parece indicar que a pesar de la gran diversidad de grupos asentados en esta región, existía entre ellos una homogeneidad tanto en usos, costumbres, lengua y cosmovisión, siendo una excelente muestra de esto la uniformidad de las representaciones gráficas rupestres.
A lo largo del valle del río Fuerte, existen por lo menos 32 sitios arqueológicos que comparten una tradición pictórica similar y ampliamente distribuida por toda la región. Uno de estos sitios es El Cerro de la Máscara, un extenso sitio con por lo menos 300 petrograbados distribuidos a lo largo de 17,000 m2, con una zona de montículos constructivos y gran cantidad de materiales arqueológicos distribuidos. De esta manera, las especiales características del Cerro de la Máscara, resultan una importante fuente de información para el conocimiento de la historia cultural del valle del Río Fuerte.
Entre junio de 2006 y marzo de 2007 llevamos a cabo diversas investigaciones arqueológicas en el sitio, consistentes en recorridos sistemáticos, excavaciones extensivas de elementos y de sondeo y catalogación integral de todos los gráficos rupestres. Actualmente nos encontramos en la fase de análisis de los materiales arqueológicos recuperados, del patrón de asentamiento y de la distribución y atributos de los petrograbados (Carpenter et al 2006). El objetivo es poder establecer la secuencia ocupacional del sitio, mediante la definición de la secuencia cerámica y algunos fechamientos absolutos en caso de que sea posible, buscando precisar la posible asociación temporal entre los grabados y los demás rasgos arqueológicos del sitio y su papel en la dinámica socio-cultural de la región Cahita. Además, mediante la catalogación de los grabados, buscamos definir de manera más precisa los estilos pictóricos presentes en el sitio y propuestos por las investigaciones previas (Mendiola 1994). A grandes rasgos estos son el estilo Barobampo, el cual consiste de elementos rectilíneos, con representaciones zoomorfas y fitomorfas, situado entre las sierras del río Fuerte y el valle de El Carrizo; y el estilo Río Fuerte conformado por elementos geométricos-curvilíneos con representaciones antropomorfas, el cual se encuentra desde San Miguel Zapotitlán hasta la presa Miguel Hidalgo. Se reconocen además dentro de estos dos estilos variantes fisiográficas-regionales (Mendiola 1994: 493-496).
El sitio arqueológico Cerro de la Máscara se emplaza en el extremo noreste del estado de Sinaloa, es el sitio de petrograbados mejor conocido en todo el valle del Río Fuerte y probablemente de todo Sinaloa. Está ubicado en la orilla norte del río Fuerte, a unos dos kilómetros de la Ciudad de El Fuerte. En realidad el sitio no es un cerro tal cual, sino unos pequeños riscos de rocas ígneas, principalmente riolita, que comienzan cerca del rió y van subiendo hasta la punta del risco más alto donde se puede apreciar la vista del valle. El sitio esta conformado por aproximadamente 300 petrograbados distribuidos en quince conjuntos, por un conjunto de tres montículos constructivos de forma circular y no mayores a 1.5m de altura, construidos con cantos rodados de río; y por una gran dispersión de material arqueológico (cerámica, lítica, concha, hueso, etc.).
Los conjuntos de petrograbados se conforman por bloques de piedra riolítica de distintas formas y tamaños, en cuyas caras se encuentran diversos paneles conteniendo diseños geométricos simples como círculos, cuadros, rectángulos, espirales, puntos, y otros compuestos como círculos concéntricos, espirales dobles, cuadrados con diseños geométricos en su interior denominados cartuchos de información (Mendiola 1994: 289). Antropomorfos como huellas de pies y manos, rostros, representaciones esquematizadas de seres humanos. Fitomorfos como cactáceas, flora y frutos en general aun no identificados. Zoomorfos como zorra, felino, mariposa y animales aun no identificados. Astronómicos como soles, quincunces representando a Venus, series de puntos en hilada sencilla y denominados marcadores astronómicos, entre otros que posiblemente pudieran ser insertados en esta categoría. Fetiches: máscaras, tocados, armas de guerra, entre otros. Algunos están asociados entre si y otros de manera aislada. Las técnicas de manufactura de los petrograbados incluyen la percusión indirecta (punteado) y el desgaste (acanalado), ambos en alto y en bajo relieve.
Nota.- En las imágenes, diferentes grabados con motivos diversos del conjunto arqueológico estudiado.

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